Genealogía de la nueva mirada

Parte 1- Ante los inicios

En la década del 60 se producen cambios en la geopolítica mundial que influyen directamente en el campo del arte. Por un lado, las intervenciones imperialistas a través de guerras y, por otro, las luchas de los pueblos para liberarse, las transformaciones sociales, las revueltas estudiantiles y las alianzas obreras, junto a los movimientos feministas, generaron la aparición de nuevos contenidos dentro del arte, novedosas formas de comunicarlo junto a la emergencia de otros actores sociales. La mujer joven artista comienza a ocupar un lugar en la escena del arte occidental (Europa, EE.UU. y América Latina) introduciendo así nuevos conceptos.

El arte de la contemplación objetual se desplaza al terreno de las ideas, los aspectos formales y las categorías tradicionales -dibujo, pintura, escultura- migran a nuevos territorios de la mano del advenimiento de nuevas tecnologías que se incorporan en la sociedad moderna. Los “Estados Nación” se encuentran en plena recuperación luego de la segunda guerra, pero las críticas siguen permaneciendo con fuerza.

La muerte, la destrucción y el genocidio ocupan un lugar preponderante en las ideas que se trasladan al terreno de la filosofía y entran en diálogo con al arte. El concepto comienza a tener pregnancia. El arte se critica a sí mismo, pone en cuestión la materialidad con la que se comunicaba y encuentra en este escenario nuevas formas de decir.

Son las artistas mujeres las que introducen nuevos temas en la agenda. Germina la necesidad de hablar de los cuerpos, trasladarlo de la esfera de lo público y nada mejor que las nuevas propuestas artísticas con sus formatos transgresores.

La llamada primera generación feminista apunta directamente con un espíritu combativo a visibilizar la experiencia personal. En Estados Unidos artistas como Eleanor Antin y Adrian Piper centran su trabajo en el cuerpo y la cuestión racial. Los temas comienzan a entrecruzarse: clase, género y etnia forman parte de la agenda.

En los años 70 comienzan a permear otras tramas, como los mitos, la tierra y el espacio, y obras como las de Ana Mendieta adquieren visibilidad. El cuerpo entra en escena y es el instrumento y la obra, pero también el soporte. Estamos en presencia de una expansión de los territorios, donde las fronteras se desdibujan, pero no para debilitarse sino, todo lo opuesto, para potenciar la crítica y abrir el cambio de paradigma.

Las artistas empiezan a cuestionar ciertas líneas de pensamiento y, por lo tanto, a las instituciones que las sostienen.

La defensa de la producción en grupo, la puesta en escena, lo autobiográfico, el rechazo a pensar que el arte es universal y neutral, o territorio exclusivo del varón, se imponen para darle eficacia a los procesos y la aceptación de nuevos formatos. La fotografía, la fotoperformance y la instalación, realizan sus aportes rechazando una vez más los lenguajes modernos hegemónicos.

Los años 80 permiten la emergencia de esta nueva forma de expresión. De esta manera, Barbara Kruger con sus fotografías en blanco y negro y textos como lemas se enfrenta a la cultura dominante. Los eslóganes más conocidos de algunos de sus trabajos son: “Your Body is a battleground, 1989” (tu cuerpo es un campo de batalla) o “ Your comfort is my silence”, 1981 (tu confort es mi silencio) se enfrenta al espectador para que no permanezca indiferente. Por su parte Cindy Sherman tempranamente en su serie Untitled Film Stills (1977-1980) formada por fotografías en blanco y negro, cuestiona la relación con el cine negro de los 50 y 60 el lugar estereotipado del rol de las mujeres. Su obra inserta un diálogo para cuestionar las representaciones estereotipadas en el séptimo arte.

La heteronormatividad inicia su derrumbe en una sociedad que discute los binarismos. De este modo, el género se nutre de su condición de performatividad. El cuerpo sigue siendo la materialidad y acceso -como llave- para comprender los diferentes imaginarios sociales que constituyen el género como performance, siendo éste la manifestación de discursos, prácticas y actos en continua negociación.

Parte 2- ¿Cómo influye la historia en une artista?

Santiago Hellen es el nombre con que se autopercibe le artista. El presente en 2022 nos invade con nuevas postulaciones. Si los 60, 70 y 80 rompen paradigmas a partir de los procesos iniciados por las mujeres, los 90 y el nuevo siglo estallan como fuegos artificiales en el centro de un firmamento que quiso mantener el orden, pero la otredad, la diversidad y la deconstrucción desembarcan para no dar marcha atrás.

Lo oculto, aquello que era señalado como malo, pecaminoso, deforme y antinatural, hoy es ley. En Argentina los movimientos como Marea Verde junto a los derechos logrados por la equidad de género a través del matrimonio igualitario, y otros acerca de la inclusión en los espacios de trabajo para personas trans, acompañan los cambios que se dan en la sociedad.

El campo del arte respalda este nuevo tránsito y las agendas en los espacios culturales se amplían. Las singularidades se refuerzan y la diversidad de género se exige. El lenguaje muta en favor de la inclusión.

Santiago Hellen es fotógrafe no binario. En esta exposición nos propone recorrer una narrativa por catorce fotografías intervenidas digitalmente. Trabaja con éstas herramientas generando en post-producción nuevos cambios de sentido. Desde ésta técnica, altera y subvierte la imagen original. La piel -nuestro órgano mayor- es modificada con paletas de colores estridentes, surreales, para representar la diversidad.

El vasto cuerpo de obras que posee le artista está atravesado por el eje de la diversidad en todas sus acepciones: género, culto religioso, corporalidades, etnias. Sin embargo, lo explícito de su trabajo, que radica en representar estas identidades a través de la intimidad del retrato, en la mayoría de los casos, está encriptado en el código de su subjetividad.

La técnica utilizada y la composición de las imágenes abarrotadas de información formal ponen en jaque la mirada del espectador. Si bien las obras son cautivantes, no terminan de develar aquello que proponen. Le artista, entonces, plantea que la diversidad de identidades no son algo tan sencillo de ver como un cuerpo publicitario bañado por una luz blanca.

Es por esto que el retrato continúa siendo el género elegido por le artista para evidenciar la diversidad, porque el cuerpo sigue siendo el territorio habitable desde donde las diversidades pueden expresarse y hablar.

En la obra Demise Values, le artista trabaja con una fotografía antigua, donde la ubicación de los cuerpos, la vestimenta, incluso, probablemente el momento en el que fue tomada, estaba predeterminado. Hellen interviene los rostros de los integrantes de esta familia tradicional, despersonalizandolos y sugiere una transformación de los valores de la época a través del ciclo de la luna que aparece detrás.

Las obras Hubun, Frei y The acrobats evidencian una de las temáticas más frecuentes que trabaja el artista: el amor y los escenarios surrealistas. Las dos últimas son fotografías de stock disponibles del artista mexicano Felix D’eon, que Santiago trabajó imprimiendo su estilo personal. En estos casos se pueden ver parejas y relaciones polígamas, incluso la fantasía de una boda entre dos mujeres de religión musulmana. Las nuevas realidades llenas de color que el artista crea para contextualizar a sus personajes proponen un ámbito amable e idealmente feliz donde todas las identidades conviven libre de prejuicios.

Gisele Mirochinik

Artista:
SANTIAGO HELLEN

Curaduría:
GISELE MIROCHINIK

Inauguración:
12/10/2022

Docente:
EUGENIA GARAY BASUALDO
Demise Values.
Una familia promedio del sur de Francia me contrató como fotógrafo en mayo de 1942, y si bien hice todo lo posible porque la foto saliera bien, esto es lo que se vio cuando la revelé. Un par de años después, cuando les padres ya habían llegado a la ancianidad, me enteré de que toda la familia había transicionado de género.
Demise Values, 2020, collage digital, arte digital, 60 x 80cm.
Erschöpft, 2021, fotografía y arte digital, 80 x 60cm.
Our Beach, 2020, fotografía y arte digital, 80 x 60cm.

Our Beach.

Yo ya sabía que este mundo no era para mí, y había estado todo este tiempo tratando de escuchar atentamente a A y M para que me ayuden. Aunque había sido muy difícil, yo había cumplido: mi misión estaba completa. Y ahora, al fin, era el momento de volver a mi planeta. Mi espose, sin embargo, sí había nacido en la Tierra y me preocupaba que su alma no fuera compatible con las nuestras. Pero después de una conversación con Diose todo parecía estar en orden —después de todo, las divisiones siempre fueron algo humano—. Esta es una foto que nos sacó el día que volvimos a mi comunidad de origen. Me había teñido el pelo de negro en ese entonces, pero ahora tengo el pelo platinado como cuando era joven.

Mädchen Am Waldsee, 2021, fotografía y arte digital, 80 x 60cm.
The Apartment, 2020, collage digital, arte digital, 60 x 40cm.
Frei, 2020, collage digital, arte digital, 80 x 60cm.
Frei.
Post-apocalipsis, el mundo estaba formado por arena; yo creía que era un espíritu porque nunca tuve hambre ni sed. Me pasaba los días caminando y clasificando granos de arena según brillo, tamaño, temperatura de color y, si me sentía particularmente inspirado, también el tono dentro del círculo cromático. Pero no podía negar que después de setenta y tres años de vida el planeta empezaba a sentirse solitario. Todos los días me preguntaba si existiría alguien en la totalidad del desierto que fuese un espíritu y que clasificase granos de arena como yo. Un día, mientras me dedicaba a esta tarea, la arena en mis manos se oscureció y cambió su textura: mis lágrimas la habían mojado. Era la primera vez en mi vida que lloraba. Estuve llorando durante un año, sin esperanzas de cambiar mi situación. Pero al final, sin embargo, lloré tanto que formé una laguna dentro de mis manos, y alguien que no era yo se reflejó en el agua.

The Acrobats.

Nos pareció una buena oportunidad para optimizar el tiempo, porque hacía mucho que no entrenábamos ni nos veíamos.

The Acrobats, 2020, collage digital, arte digital, 80 x 60cm.
The Repudiated Inmortals, 2020, collage digital, arte digital, 60 x 40cm.
Febrero, 2020, fotografía y arte digital, 60 x 40cm.
Hubun, 2020, collage digital, arte digital, A3
Hubun.
Lestari y yo nos casamos en secreto en una de las tantas costas de Aceh, la parte de Indonesia donde el Islam empezó a expandirse en el sudeste de Asia. Tuvimos miedo cuando nuestras familias nos descubrieron y vinieron a asesinarnos, pero la parte más divertida fue cuando Dios bajó del cielo en persona y les dijo un par de cosas.
Gelid Descent, 2021, fotografía y arte digital, 60 x 40cm.
Harbor.
Había jurado que iba a mantener el secreto desde el principio, pero en febrero de este año me poseyó un demonio que causó que, de un día para el otro, todas las personas que aparecen en mis fotos tengan los ojos derretidos.
Harbor, 2021, fotografía y arte digital, 60 x 40cm.
Before, 2020, fotografía y arte digital, 60 x 40cm.
Ruby, 2019, fotografía y arte digital, 100 x 80cm.

Santiago Hellen

Santiago Hellen es un fotógrafo y artista digital trans no binario (elle/él). Nació en La Plata, Buenos Aires, el 26 de marzo de 1999. Inició su carrera con el autorretrato en 2011, y en 2017 comenzó a retratar a otras personas.

Estudió música en el Conservatorio Gilardo Gilardi y posteriormente comenzó su formación en la carrera de Artes Plásticas en la UNLP.

Ha sido galardonado con el Primer Premio del XVI Salón de Artes Visuales de Junín (2021) y una mención del 49º Salón de Artes Visuales de Tucumán (2021). Su primera exposición individual ‘Mundos del Nadir’ se realizó en Quema La Nave, Buenos Aires (2022); de manera colectiva participó en Autopercepción en el CC Recoleta (2021), Panorama junto a MEK Gallery (2020), Re-existencia en el CC Conti (2019), Muestra tu Herida de Quema La Nave (2019), el pre-lanzamiento de la revista Dextrose en Ámsterdam (2018),  World New Media en la UÁEMex en México (2018) y el Parlamento de Mujeres de La Plata (2017). Posee una exhibición permanente en MEK Gallery, Argentina. (2020)

Trabajó creando el arte visual para el Primer Festival por los Derechos de lxs Migrantes Senegaleses de La Plata (2020). Ha realizado diversas portadas de libros y CDs, entre los cuales se destacan “Hongos Nupciales” de Westonia Murray, por Editorial Llantén, “Cancionera” de Vicu Villanueva, y “Afán de Retina” de Marcela González Morales, por La Calabaza del Diablo.

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